«Las obras maestras no son nacimientos únicos y solitarios; son el resultado de muchos años de pensar en común, del pensamiento del cuerpo colectivo de las personas, por lo que la experiencia de la masa está detrás de la voz única.” Virginia Woolf
Sentir está íntimamente relacionado con desear. A esta conclusión he llegado después de mi última visita al zendo de Amsterdam. Arthur, basándose en el libro de Rients Ritskens Sentir lo que quiero sentir, nos dijo: “Cuando eliges conscientemente deshacerte de tus deseos, realizas una acción que es fuente de felicidad. Quien no desea nada, siente paz interior y es feliz.”
Pero ¿qué es la felicidad? Pienso que para cada persona felicidad significa algo diferente. Muchos identifican la felicidad con estar contentos o alegres y piensan que cuando se divierten son felices. Y lo son. El arte está en ser también feliz cuando no te diviertes. Cuando las cosas no salen como quieres. Cuando tu vida no se parece al modelo de felicidad que la sociedad ha construido, un modelo que es dominante y constantemente difundido por todos los medios posibles. El arte está en ser feliz cuando pierdes. Ser feliz cuando mueres.
Ese es el arte que el zen intenta enseñar. Por eso Arthur nos propuso el siguiente ejercicio de disciplina, con el fin de que nos acostumbráramos a elevar nuestros niveles de resistencia al “sufrimiento”: Experimenta una situación incómoda cada día. Muy sencillo, consiste tan solo en privarte de una pequeña comodidad a la que te has acostumbrado y que hace tu vida más fácil o más placentera. Por ejemplo una ducha fría cada mañana te hace más resistente, lo mismo que caminar bajo la lluvia. Un método que tiene mucho en común con la forma de entender la vida de los estoicos[1].
CUANTO MÁS DESEAS MENOS FELIZ ERES
Recuerdo una ocasión hace muchos años, cuando mi profesor de inglés del colegio nos dijo: “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita”. Esta cita se me quedó grabada en la mente y eso que por aquellos días la máxima dominante era “el dinero no da la felicidad… la felicidad la compras con el dinero…” Las palabras de mi profesor se referían en aquel momento a los bienes materiales, sin embargo esa idea tiene una aplicación mucho más amplia que trasciende lo material.
Arthur nos ha pedido reflexionar sobre lo que queremos. Nuestros deseos, no necesariamente materiales. Deseos que muchas veces no son conscientes, sino que permanecen encerrados en el oscuro subconsciente y rivalizan con los otros deseos conscientes, de tal forma que resulta dificil focalizar y dirigir nuestras energias hacia el logro de nuestro deseo principal. He reflexionado sobre esto y compruebo que debo seguir reflexionando porque conscientemente sólo tengo un deseo. Es el mismo y único deseo desde hace años. Y no lo logro… ¿qué deseos ocultos en mi subconsciente están rivalizando con este único deseo consciente? Eso es lo que aún tengo que descubrir. Esto depende de mí. Aunque yo dependo de todo lo demás.
“ES UNA ILUSIÓN CREER QUE UNO ES COMPLETAMENTE INDEPENDIENTE”
Antes yo pensaba que de mi misma dependía alcanzar mis deseos. Creía que yo misma tenía el control. Es el mensaje que he recibido de mi entorno, amigos, colegas, medios de comunicación. Es un mensaje que está en el aire: “De ti depende. Debes ser independiente.”
Pero he descubierto que no es así. No depende únicamente de mi, no soy independiente. Es más, nadie lo es. Todos somos inevitablemente dependientes los unos de los otros y del universo. Arthur está de acuerdo conmigo y otros muchos maestro(a)s budistas también comparten esta opinión y experiencia. Por lo tanto, considero que hay que tomarse con una pizca de humor esa falacia que circula en la sociedad acerca de que los logros y fracasos (incluso las enfermedades) dependen en exclusiva de uno mismo, porque no es así. Yo soy responsable de mi parte y por supuesto que con mi esfuerzo y trabajo influyo en el resultado final. Pero el éxito o fracaso de mis esfuerzos no dependen exclusivamente de mi. Supongo que ésta es una de las razones fundamentales por las que el EGO no tiene ningún sentido. Ni los fracasos ni los éxitos son de uno sólo.
[1] https://www.academia.edu/3611189/Estoicos_la_virtud_y_el_conocimiento